Este ejemplar policía, no solo demostró tener un gran corazón para el prójimo, la vez que ayudó a una ancianita comprándole víveres. Es además un gran hijo, que agradece la formación que le dio su madre (hoy distante de su lado) y le pide perdón por no haber ido a su cumpleaños. En medio de su dolor sonríe, demostrando un espíritu de acero.
En esta enfermedad no existen personas ricas ni pobres. La vida es un regalo muy grande de nuestro señor Jesús y la muerte es un castigo muy cruel de nuestro enemigo, el mal.
Hoy tengo una razón grande para aferrarme a la vida y es mi señora madre que está en provincia, Madre te amo y perdóname por nunca estar en tus cumpleaños, eres la mejor mamá del mundo porque gracias a ti tengo un corazón muy noble, gracias por ese regalo.
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